viernes, 6 de agosto de 2010

CUANDO ÉRAMOS CHAMOS



En 1.985, siete de mis mejores amigos vivían en el mismo edificio, formamos un grupo muy unido hasta el sol de hoy, éramos el dolor de cabeza de los vecinos del edificio, la obstinación máxima con la saltadera en las patinetas, rodarlas por áreas prohibidas del estacionamiento del edificio, y siempre era un tormento escuchar el CATAPLAMMMMM!!! cuando uno saltaba los bancos del parquecito del edificio, hoy en día, aquellas señoras que eran nuestros acérrimos enemigos de nuestros juegos de la infancia, son viejitas que ya están masticando el agua, y nosotros somos en la mayoría miembros de la Junta de Condominio, (las vueltas queda la vida)
En la época de Diciembre se tenía por costumbre como al finalizar la 3ra. semana de Diciembre organizar una patinata navideña, se cerraba una calle, que era una de las más empinadas para realizar nuestra patinata, pero luego se nos ocurrió organizar una competencia de carruchas, fue cuando comenzamos a desarmar nuestras patinetas y fijar los trucks con sus ruedas de poliuretano y sus sistemas de rodamientos tamaño estándar a una tablas de madera, que tomábamos de una construcción cercana a la casa y tenía un freno tipo picapiedra (una palanca que uno halaba y bajaba como un pie forrado de goma de caucho para poder frenar, ya lista la carrucha se procedió a su prueba inicial en la misma calle donde seria la competencia, y nos comenzamos a preguntar quien seria el “Maniquí de Prueba” para la carrucha, y se ofreció Lorenzo, el mas delgado y alto del grupo, lo alineamos en medio de la calle y lo empujamos, nos emocionamos mucho al ver la velocidad de la carrucha, nos decíamos entre nosotros “Cuatro palos les vamos a meter a todos” y ya llegando al final de la calle, Lorenzo utiliza el freno, y la carrucha se detuvo de golpe, pero el siguió rodando como unos 4mt más pero sobre sus nalgas, tenia puesto shores cortos, dejo casi toda su piel en la calle, las dos nalgas totalmente rojas y en carne viva y el con los ojos aguados aguantando el ardor de la quemada, total que duro como tres semanas caminado como si lo hubiesen hecho una rectoscopia, perfeccionamos el mecanismo del freno y los bautizamos como el X-3 El Melanch, no se si se acuerdan de un capitulo de Meteoro donde él conduce el X-3, y se desmaya debido a la excesiva velocidad del auto.
Bueno, llego el día de la competencia, había 13 carruchas inscritas y poco a poco la fuimos despachando una a una, ya en la ultima carrera nos tocaba con un grupo de scout que tenia una carrucha de color naranja, al sonar el pito de arrancada El Melanch llevaba una ventaja de 4 o 5 mts por delante, hasta que sucedió lo “peor”, uno de los trucks del volante guía salió disparado, haciendo que El Melanch de un giro en 90 grados, montándose sobre la acera e impactando contra una pared de una quinta, el piloto era yo, rodillas y codos raspados y una luxación en el dedo meñique de la mano derecha, una victima mas del X-3, que casi gana la competencia, quedando a la vez como una leyenda urbana en nuestra urbanización.

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